Jan Ijäs denuncia la dependencia de la tecnología y las pantallas, y muestra una sociedad deshumanizada que ha perdido el contacto con la realidad. Antes, teníamos álbumes de fotos de cartón, guardábamos nuestra correspondencia y exhibíamos la música y las películas en estanterías. Ahora, esa información se almacena en nuestros teléfonos, nuestras computadoras y en la nube.