Benjamín, su tío César y Genaro son conducidos por su patrón menonita a un lugar desolado en el Chaco paraguayo, donde permanecerán durante días construyendo una valla. Los días son largos y el progreso, lento. Benjamín no se acostumbra al trabajo duro y aburrido ni al silencio opresivo de esta árida región. El patrón regresa 30 días después; insatisfecho con el trabajo, les dice que deben quedarse tres días más. César y Genaro se quedan, pero para ellos esta vez la espera será eterna.
