Samuel vive en Ponta Negra, un pequeño pueblo de la costa de Paraty, Brasil. Al principio, la idílica vida cotidiana siguiendo el ritmo de la naturaleza y el desarrollo de la identidad del chico marcan el tono de la película. Seguimos al niño y a su familia durante seis años. Poco a poco emerge una realidad más compleja y sus contradicciones, entre modernidad y tradición, naturaleza y tecnología, dibujando un retrato del Brasil contemporáneo.